
Cuando un tren pasa ya no vuelve atrás. Son muchas las oportunidades que dejamos pasar a lo largo de nuestra vida, que nos ayudarían a vivir de una manera más comprometida y auténtica, siendo más fieles a nuestros principios e ideas. Cada vivencia va marcando nuestra vida, unas más profundamente y otras menos. Todo lo que hacemos va dejando su huella en nuestro camino y hemos de procurar que esas huellas nunca se borren ni se pierdan, sino que dejen una clara impronta de lo que somos y vivimos. Todos damos valor al esfuerzo, por muy pequeño que sea; valoramos nuestro esfuerzo y la dedicación que damos a nuestros compromisos. En ocasiones, para seguir adelante, necesitamos constatar que nos encontramos caminando en la dirección adecuada y que los esfuerzos que estamos realizando no son en vano. Dios no nos cuestiona porque nunca se pone a la defensiva, siempre disculpa, perdona y da nuevas oportunidades; no se cansa de perdonarnos ni de ser paciente.








