IV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO (Ciclo B)

Primera lectura (Dt 18, 15 – 20)

Moisés habló al pueblo, diciendo:
– «Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: “No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir.”
El Señor me respondió: “Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá.”»

Salmo Responsorial (Sal 94)

R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R.

Segunda lectura (1 Cor 7, 32-35)

Hermanos:
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido.
Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido.
Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Evangelio (Mc 1, 21-28)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
– «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó:
– «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos:
– «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

HOMILÍA

Hoy la Palabra de Dios nos invita a vivir nuestra vocación en plenitud desde la experiencia del encuentro con Jesucristo. El apóstol San Pablo nos habla desde su experiencia personal y desde su opción a vivir en celibato para entregarse totalmente a la predicación del Evangelio. No nos propone el celibato como el modelo único de seguimiento a Jesucristo, pero sí que nos invita a reflexionar sobre a la dedicación que tenemos, desde la vivencia de nuestra vocación, al evangelio y a la construcción del Reino de Dios en nuestros ambientes cotidianos.

Está claro que Dios nos habla y nos pide que tengamos una vida y una mentalidad de ascesis para así, metafóricamente hablando, podamos combatir a “esos espíritus inmundos” que nos acechan y que lo único que quieren es apartarnos de Dios y minar nuestra vida de fe.

Esto es precisamente los que nos presenta el Evangelio. Jesús acaba de llamar a sus discípulos, lo veíamos el domingo pasado. Entra en Cafarnaúm y después en la sinagoga para, desde el lugar sagrado y de escucha de la Palabra de Dios, anunciarnos ese tiempo nuevo que con Él había llegado y el alcance que va a tener.

Los personajes son dos: “la gente” y “un endemoniado”, es decir, los sencillos y los oprimidos. Además este tiempo nuevo comienza en un sábado, el día de descanso judío, dedicado a escuchar la Palabra de Dios. Jesús provoca admiración en los que le escuchan desde el comienzo y se quedan sorprendidos, reconociendo su autoridad, ya que hablaba desde su interior, desde lo más profundo de su ser. Y esa es la fuerza profética con la que Jesús predica y que no se aprende en ninguna escuela, sino desde la experiencia personal del encuentro con Dios.

Esto es lo que también nos dice el libro del Deuteronomio en la primera lectura: “Un profeta de entre los tuyos yo te suscitaré. Pondré mis palabras en tu boca y harás lo que yo te mande”. Y así es como se muestra Jesús: obediente a la voluntad de Dios y cercano, pues se ha hecho hombre para ser nuestro compañero de camino.

Y es que el mismo Dios es el que toma la iniciativa y se mezcla entre la gente para tocar el corazón y no dejar indiferente a nadie. Así nos cuenta este pasaje del evangelio la reacción de la gente al contemplar a Jesús: primero porque al escuchar a Jesús predicar se quedaban admirados, y segundo porque al curar al endemoniado su fama se extendió por todas partes; todos hablaban de él.

Por eso queremos poner la mirada en nuestro interior, en nuestra espiritualidad, pues todos necesitamos que el Señor nos sane y nos mejore. Y por eso debe de surgir en nosotros la necesidad de imitar a Jesús “que pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los poseídos” o dicho de otra forma, curó a todos los que lo necesitaban. Esta es la invitación constante a practicar  la misericordia y la compasión, pues el mandamiento nuevo no es predicar la doctrina, sino amar al prójimo como el Señor Jesús nos ha amado.

Y es que continuamente lo constatamos en nuestro día, lo difícil que nos resulta amar al prójimo, pues el mal existe y se hace presente en la vida. Es el grito del espíritu inmundo: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?” Ese es el pecado y la ausencia de Dios que se opone en nuestro interior a ese mensaje liberador de Jesús. “¿Vas a acabar con nosotros? Es la victoria de Jesús frente al mal y a las tentaciones que diariamente nos seducen. Y Jesús nos muestra una forma de poder transformar nuestro mundo desde el Evangelio: colaborando con Él de una manera incondicional y viviendo nuestra vocación en toda pureza y profundidad.

De ahí la vida interior que tenemos que cuidar cada día y que nos permite dar sentido y entregarnos en todo lo que hacemos.

Digamos como San Agustín: “Señor, mi Dios, sólo a ti te amo. Sólo a ti te sigo. Sólo a ti te busco. Sólo a ti estoy listo para servir pues sólo tú me gobiernas con justicia y yo deseo estar bajo tu autoridad” (Soliloquios 1, 15).

ORDINARIO DE LA MISA

ORDINARIO DE LA MISA

RITOS INICIALES

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos vosotros

Y con tu espíritu.

Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros
pecados.
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén.

Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

GLORIA

Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.
Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.

ORACIÓN COLECTA

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
SEGUNDA LECTURA
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

ALELUYA

EVANGELIO

El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.
Lectura del santo Evangelio según san …
Gloria a ti, Señor.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

HOMILÍA

CREDO

Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajó del cielo;
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

ORACIÓN DE LOS FIELES

LITURGIA EUCARÍSTICA

Bendito seas, Señor, Dios del universo,
por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros pan de vida.
Bendito seas por siempre, Señor.

Bendito seas, Señor, Dios del universo,
por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos;
él será para nosotros bebida de salvación.
Bendito seas por siempre, Señor.

Orad, hermanos,
para que este sacrificio, mío y vuestro,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El Señor reciba de tus manos este sacrificio,
para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Amén.

El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.

PLEGARIA EUCARÍSTICA II

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias, Padre Santo, siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado.

Por el, que es tu Palabra,
hiciste todas las cosas;
tú nos lo enviaste para que,
hecho hombre por obra del Espíritu Santo
y nacido de Maria, la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad,
para destruir la muerte y manifestar la resurrección,
extendió sus brazos en la cruz,
y asi adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso con los ángeles y los santos
proclamamos tu gloria, diciendo:

Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de su gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

Santo eres en verdad, Señor,
fuente de toda santidad;
por eso te pedimos que santifiques estos dones
con la efusión de tu Espíritu,
de manera que sean para nosotros
Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión,
voluntariamente aceptada,
tomó pan; dándote gracias, lo partió
y lo dio a sus discípulos diciendo:

TOMAD Y COMED TODOS DE EL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Del mismo modo, acabada la cena,
tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo,
lo pasó a sus discípulos, diciendo:

TOMAD Y BEBED TODOS DE EL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS
Y POR TODOS LOS HOMBRES
PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Éste es el Sacramento de nuestra fe:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
!Ven, Señor Jesús!

Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la muerte y resurrección de tu Hijo,
te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación,
y te damos gracias porque nos haces dignos
de servirte en tu presencia.
Te pedimos, humildemente,
que el Espíritu Santo congregue en la unidad
a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;
y con el Papa … , con nuestro Obispo …
y todos los pastores que cuidan de tu pueblo,
llévala a su perfección por la caridad.

Acuérdate también de nuestros hermanos
que durmieron en la esperanza de la resurrección,
y de todos los que han muerto en tu misericordia;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro.
Ten misericordia de todos nosotros,
y así, con María, la Virgen, Madre de Dios,
los apóstoles
y cuantos vivieron en tu amistad
a través de los tiempos,
merezcamos, por tu Hijo Jesucristo,
compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Amén.

PLEGARIA EUCARÍSTICA III

Santo eres en verdad, Padre,
y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro,
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor
un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.

Por eso, Padre, te suplicamos
que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
de manera que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
que nos mandó celebrar estos misterios.

Porque el mismo,
la noche en que iba a ser entregado,
tomó pan, y dando gracias te bendijo,
lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:

TOMAD Y COMED TODOS DE EL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR VOSOTROS.

Del mismo modo, acabada la cena,
tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:

TOMAD Y BEBED TODOS DE EL,
PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA POR VOSOTROS
Y POR TODOS LOS HOMBRES

PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS.
HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.

Éste es el Sacramento de nuestra fe:

Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz,
anunciamos tu muerte, Señor,
hasta que vuelvas.

Así, pues, Padre,
al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección, y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.

Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia,
y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación
quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

Que él nos transforme en ofrenda permanente,
para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos:
con Maria, la Virgen, Madre de Dios,
los apóstoles y los mártires, y todos los santos,
por cuya intercesión
confiamos obtener siempre tu ayuda.

Te pedimos, Padre,
que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa … ,
a nuestro Obispo … ,
al orden episcopal,
a los presbíteros y diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia
que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,
a todos tus hijos dispersos por el mundo.
A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad,
recíbelos en tu Reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
por Cristo Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.

Por Cristo, con él y en él,
a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN

Fieles a la recomendación del Salvador
y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:

PADRENUESTRO

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles:
“La paz os dejo, mi paz os doy”;
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Amén.

La paz del Señor esté siempre con vosotros.
Y con tu espíritu.

CORDERO DE DIOS

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
danos la paz.

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.

El Cuerpo de Cristo.
Amén.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

RITO DE CONCLUSION

El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.

La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
Amén.

Podéis ir en paz.
Demos gracias a Dios.

INMACULADA CONCEPCIÓN (B)

1ª LECTURA (Gn 3, 9-15. 20.)

Lectura del libro del Génesis.

Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: Dónde estás? El contestó: Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí. El Señor le replicó: Quién te informó de que estabas desnudo? Es que has comido del árbol que te prohibí comer? Adán respondió: La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí. El Señor dijo a la mujer: Qué es lo que has hecho? Ella respondió: La serpiente me engañó, y comí. El Señor Dios dijo a la serpiente: Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón. El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

 

SALMO RESPONSORIAL (Sal 97)

R:/ Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

2ª LECTURA (Ef 1, 3-6. 11-12.)
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. El nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. El nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.

EVANGELIO (Lc 1, 26-38)
Lectura del santo Evangelio según San Lucas.

El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: Alégrate, llena de gracias, el Señor esta contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Y María dijo al ángel: Cómo será eso, pues no conozco a varón? El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el ángel.

REFLEXIÓN A LA LUZ DE ESTA PALABRA

Celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, María que nace sin mancha y sin pecado original por ser la elegida para ser la Madre de Dios. Es el pecado lo que nos quita la libertad, y María nos enseña precisamente a vivir en libres y entregados al Señor.

Dios nos ha querido libres, y no nos quiso como personas autómatas, programadas. Para ser libres hace falta vivir en plenitud la responsabilidad, para así sentirnos totalmente unidos a Dios. La inmadurez humana nos ha hecho desvirtuarnos con una falta de voluntad, a veces, caprichosa. Esta es la raíz del pecado, tan interiorizada en el ser humano, que se convirtió en una inclinación a abusar de esta libertad.

Pero como Dios es tan grande y nos ama tanto no nos ha abandonado a su suerte. Nos ha puesto “ayudas” para que podamos salvarnos y sobre todo encontremos la paz y el sentido a nuestro caminar cristiano. Y para eso nos ha regalado a través de Jesús la Buena Noticia, el Evangelio que en todas las épocas es actual y nunca pasa de moda, porque cambian las costumbres, las modas, pero en el tiempo las actitudes de los hombres siguen siendo las mismas.

Este es el camino que Jesús nos propone, y que María nos invita a seguir: Vivir nuestra misión con responsabilidad y con fidelidad al Señor. Cristo quiere guiarnos y ayudarnos para que podamos orientar nuestra voluntad libre por los caminos evangélicos que nos sanan y plenifican y que sobre todo nos llevan a Dios.

En Jesús, Dios nos ha llenado de su amor y nos ha elegido como “hijos” suyos. Y esa es la llamada que nos hace, a que seamos “santos e irreprochables por el amor”, como María. Porque a pesar de tantas dificultades y momentos que se le escapaban a su razón, nunca dejó de confiar en el Señor y de estar al lado de Jesús. Esta es la invitación que hoy la Virgen María nos quiere hacer: Que también nosotros confiemos y permanezcamos al lado de Cristo. Díselo: “Quiero Señor, serte fiel cada día y nunca apartarme de ti”.

Y María nos responde desde su misma libertad diciendo “sí”. Decir: “Hágase” como María es un acto de responsabilidad, desde la voluntad libre, porque Dios ha derramado su gracia en María y también la derrama en nosotros. María, con su sí, anuncia la llegada del Sí que nos salva, el de Cristo, y marca el inicio de un nuevo comienzo. Todo empieza de nuevo. María nos mueve hoy a renovar el sí de nuestra fe que neutraliza el pecado en nosotros y nos hace responsables, desde nuestra libertad, ante tanta gracia de Dios que hemos recibido por Cristo. En efecto es un día para el gozo y la alegría: ¡Alégrate!

 

II DOMINGO DE ADVIENTO

1ª LECTURA (Is 40, 1-5. 9-11)

Lectura del libro de Isaías.

“Consolad, consolad a mi pueblo, -dice vuestro Dios-; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido, su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.” Una voz grita: “En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos – ha hablado la boca del Señor” Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; Alzala, no temas, di a las ciudades de Judá: “Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda.

Mirad, viene con el su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.”

SALMO RESPONSORIAL (Sl 84)

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
“Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.”
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante é1,
la salvación seguirá sus pasos.

2ª lectura (2 por 3, 8-14)

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro

Queridos hermanos: No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos.

Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón.
Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus obras se consumirá. Si todo este mundo se va a
desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida! Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el
fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia.
Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.

EVANGELIO (Mc 1,1-8)

Lectura del santo evangelio según san Marcos

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.” Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y é1 los bautizaba en el Jordan. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: “Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.

Yo os he bautizado con agua, pero é1 os bautizará con Espíritu Santo.”

 

I DOMINGO DE ADVIENTO (B)

1ª LECTURA (Is 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7)

Lectura del libro de Isaías.

Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es ”Nuestro redentor”. Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en e1. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado, y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas,
y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas en poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 79)

Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos.

Dios de los ej6rcitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra planto,
y que tu hiciste vigorosa.

Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti; danos vida.
Para que invoquemos tu nombre.

2ª LECTURA (1 Cor 1,3-9)

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

Hermanos: La gracia y la Paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado, el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don,  vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. El os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de que acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!

EVANGELIO (Mc 13, 33-37)

Lectura del santo evangelio según san Marcos.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

“Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos:
!Velad!”