Nunca renuncies a ser tu mismo a pesar de las dificultades con las que te encuentres en el camino. Lo más fácil es sucumbir a la tentación de actuar siendo justo lo contrario de lo que tú eres, motivado por la impotencia o la ira que pueden surgirte cuando piensas en lo que te ha ocurrido y en los perjuicios que te provocan. Actuar movidos por este sentimiento de rechazo y de ira es una reacción humana normal. Las dudas constantemente te invaden, tu mente piensa a velocidad terminal imaginándote las situaciones más tremendas (ya lo decía santa Teresa de Jesús: “La cabeza es la loca de la casa”), quieres actuar de la forma más rápida posible para encontrar soluciones cuanto antes, hablas con personas y escuchas multitud de opiniones.
Conforme va pasando el tiempo: las horas, los días… empiezas a ver la situación de una manera distinta. Siempre se ha dicho que no es bueno tomar decisiones en caliente, y necesitas sobre todo escuchar las palabras oportunas que en un momento así te den paz, tranquilidad, buenos consejos y sobre todo te escuchen y se pongan en tu piel para saber cómo te sientes. Son importantes estas personas en nuestras vidas que nos ayudan a afrontar las situaciones y a mirar nuestra historia personal con una mirada distinta a la que el mundo nos ofrece, vivida sólo desde el sentimiento y la reacción humana. Procura aprender y madurar con lo que te toca vivir, y, sobre todo, construye unos buenos cimientos a tu fe para poder afrontar estas situaciones difíciles, que es precisamente donde tienes la oportunidad de sacar lo mejor de ti y de dejarte ayudar por quienes te quieren desde el amor de Dios y buscan siempre lo mejor para ti, aunque haya momentos en los que las palabras de fe no te digan nada o pienses que no son precisas en ese momento.


¡Qué importante es tener un lenguaje común! Seguro que en más de una ocasión te ha ocurrido de estar en una discusión con alguien, intentando hacerle ver lo que tú piensas, y con el paso de la discusión o al momento después te has dado cuenta de que estabais los dos diciendo lo mismo pero con distintas palabras. Lo mismo nos ocurre también con las acciones que realizamos. Muchas veces usamos caminos distintos, todos válidos, para llegar al mismo fin. No hay camino mejor ni peor, porque cuando uno actúa con recta intención, lo hace con todo lo bueno que posee para intentar conseguir el objetivo, y, por el camino hacer todo el bien que pueda. Hay veces en las que cuando estamos viendo a los demás cómo hacen las cosas o cuando nos las están contando, pensamos que nosotros lo haríamos mejor o que la manera de proceder que tenemos es mucho más eficaz que la suya. No te dejes llevar por este tipo de prejuicios, porque lo único que hacen es empobrecerte, pues cierran tu corazón y tu alma al dejarse enriquecer por lo bueno que los otros también te pueden ofrecer.
Uno de los defectos que tenemos los seres humanos es que dejamos pasar la vida y el tiempo muy fácilmente. Incluso nos permitimos el lujo de estar aburridos y no saber qué hacer, dejando que se consuman las horas hasta que llegue el momento de realizar el siguiente acontecimiento que teníamos programado. Además, muchas veces convertimos nuestra vida en una monotonía que no nos permite ser conscientes de lo que verdaderamente es fundamental en nuestra vida, pues hacemos las cosas mecánicamente sin llegar a saber realmente qué somos y cuál es el sentido de la vida. Hay veces que vivimos a tal velocidad que juzgamos a los demás por la primera impresión que nos dan, o la imagen que vemos de ellos, y no nos damos cuenta de que pueden estar pasándolo mal por algún motivo o que necesitan de nosotros para salir adelante.


Estamos habituados al ruido en nuestra vida. Tan acostumbrados estamos que lo pasamos a un segundo plano y somos capaces de seguir con nuestra vida y nuestras tareas tranquilamente, como si no ocurriese nada. Cuando estamos solos solemos ponernos música que nos gusta y nos hace sentir bien, o bien nos comunicamos con el móvil a través de las redes sociales, aunque a nuestro alrededor haya silencio. Solemos tener nuestra mente ocupada haciendo o viendo algo para así pasar el tiempo. Todos sabemos que es necesario comunicarse, pues tenemos dependencia de los demás y creamos lazos de amor y amistad con ellos. Hay veces que guardamos silencios, precisamente cuando no debemos, pues nos encontramos en circunstancias en las que tenemos que decir algo a los demás, concretamente cuando se equivocan o no vemos y compartimos algo que están haciendo, y por respeto humano nos callamos, nos reservamos nuestras opinión para así quedar bien y no crearnos ningún conflicto que nos pueda perjudicar.