
No queremos tener problemas en nuestra vida de ningún tipo. Deseamos que siempre las cosas nos salgan bien, pero sabemos que hay muchas realidades que nos rodean, no dependen de nosotros y se nos escapan de las manos. No podemos llegar a controlarlo todo por mucho que nos empeñemos; muchas veces ni siquiera nuestras propias reacciones, esos impulsos innatos que cada uno tenemos y que cuando aflora nuestro ego, nuestro orgullo, hacen que saltemos como verdaderos resortes. Por eso luego nos arrepentimos, porque sabemos que lo hemos hecho mal, no hemos estado a la altura y nos hemos extralimitado. Necesitamos estar en esa tensión que nos mantiene despiertos y nos ayuda a mantenernos atentos, fuertes, con el instinto bien agudizado, para fortalecer nuestro autocontrol. Hay veces que podemos vernos superados, pero no debemos desfallecer, porque Dios quiere sacar lo mejor de nosotros mismos probando nuestra fe, nuestra fuerza de voluntad y nuestra propia resistencia. Tenemos que ser fuertes y estar atentos para no debilitar nuestra fe. Para esto están las pruebas, para que luchemos y nos fortalezcamos en nuestra vida espiritual, pues así es como progresamos y avanzamos en nuestro camino de vida.








Dios siempre tiene algo nuevo que ofrecernos. Nos habla cada día para que en nuestra vida de fe no desfallezcamos, no nos perdamos ante lo que el mundo nos oferta. Son muchos los caminos que podemos tomar, pues la sociedad nos bombardea a cada momento para que la elijamos a ella y nos sumerjamos en su mundo, lleno de consumo, individualismo, falta de amor al prójimo, comodidades y facilidades. A la sociedad le interesa que no pensemos, que no tengamos momentos de reflexión para que así evitemos pensar y recapacitar sobre lo que estamos viviendo y nos está diciendo, pues bien sabe que lo más le favorece es que tengamos nuestra conciencia adormecida y no pongamos ningún filtro que nos haga tomar otro camino distinto al que nos propone. El único filtro que nos deja utilizar es el de las fotografías y vídeos, para que podamos vernos mejor en aquello que compartimos en las redes y así nos sintamos verdaderamente bellos, dejando a un lado la belleza del alma, que nos permite tomar conciencia de lo que estamos haciendo.