“¡Párate y escucha mi voz!”

No le pongas prisas a tu vida. Demasiadas cosas las que llevamos hacia delante cada día, como si nos faltara tiempo, que no disfrutamos y saboreamos todo lo que realizamos. Necesitamos pararnos, saborear todo lo que hacemos, incluso me atrevería a decir que, organizarnos mucho mejor nuestro tiempo y nuestra vida. Muchas veces dejamos de lado nuestro plan de vida, que nos aporta una mayor capacidad de saborear la felicidad y sentirnos realizados en todo lo que hacemos; pues vivimos con intensidad cada momento, desde la presencia de Dios, ofreciéndole todo aquello que realizamos y dejando en sus manos nuestras acciones para que Él se encargue de que vayan saliendo, sirviendo a los demás y de que nos sintamos realizados con todo lo que hacemos.

«Comienzan los relojes a maquinar sus prisas;

y miramos el mundo. Comienza un nuevo día.

Comienzan las preguntas, la intensidad, la vida;

se cruzan los horarios. Qué red, qué algarabía.

Mas tú, Señor, ahora eres calma infinita.

Todo el tiempo está en ti como en una gavilla.

Rezamos, te alabamos, porque existes, avisas;

porque anoche en el aire tus astros se movían.

Y ahora toda la luz se posó en nuestra orilla. Amén».

(Himno de Laudes, jueves primera semana del Salterio)

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