Reanima, renueva, revitaliza y reafirma.

Dios siempre tiene algo nuevo que ofrecernos. Nos habla cada día para que en nuestra vida de fe no desfallezcamos, no nos perdamos ante lo que el mundo nos oferta. Son muchos los caminos que podemos tomar, pues la sociedad nos bombardea a cada momento para que la elijamos a ella y nos sumerjamos en su mundo, lleno de consumo, individualismo, falta de amor al prójimo, comodidades y facilidades. A la sociedad le interesa que no pensemos, que no tengamos momentos de reflexión para que así evitemos pensar y recapacitar sobre lo que estamos viviendo y nos está diciendo, pues bien sabe que lo más le favorece es que tengamos nuestra conciencia adormecida y no pongamos ningún filtro que nos haga tomar otro camino distinto al que nos propone. El único filtro que nos deja utilizar es el de las fotografías y vídeos, para que podamos vernos mejor en aquello que compartimos en las redes y así nos sintamos verdaderamente bellos, dejando a un lado la belleza del alma, que nos permite tomar conciencia de lo que estamos haciendo.

Parece que ha cambiado nuestro punto de referencia, el lugar al que miramos de frente. Nos estamos acostumbrando a ver el mundo y muchas veces la realidad a través de la pantalla, para así tener bien capturados los momentos que estamos viviendo, y después poder revivirlos en el tiempo. Al tener centrada nuestra mirada en una pantalla de un dispositivo móvil nos olvidamos de mirar a nuestro alrededor, y como nos sumergimos en nuestro propio mundo tecnológico, dejamos de mirar nuestro entorno y las verdaderas necesidades que hay en él. Pasamos de largo ante ellas y poco a poco vamos deshumanizando nuestro entorno, pues ya ocupamos nuestro tiempo en el mundo virtual que nos hace sentir más universales.

Dios cada día sigue hablándonos a través de lo que nos acontece, de lo que a nuestro alrededor está sucediendo. No pasemos de largo ante lo que el Señor nos está diciendo, pues nos está pidiendo que miremos a los que tenemos al lado y les prestemos más atención para así amarlos mejor cada día. Esto supone un esfuerzo y la abnegación de uno mismo, que es lo que Jesús nos pide en el Evangelio, que sirvamos y amemos sin pensar en el bienestar particular. “El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa” (Mt 10, 42). Son, por esto, los pequeños detalles, incluso los más insignificantes, los que cuentan para Dios, porque para Dios todo lo que nace del corazón es importante, por muy pequeño que sea. Nada quedará sin recompensa, porque todo lo que hacemos por el Evangelio nos será devuelto con creces. Esta es la desproporcionalidad de Dios, todo lo da multiplicado. Por eso nos pide que estemos atentos a las necesidades de los demás, para que miremos siempre a nuestro alrededor, a nuestro entorno y tengamos conciencia de esa presencia de Jesús en el hermano que nos ayuda a hacer realidad el Evangelio.

Levanta tu mirada, álzala para que cambie tu perspectiva, tu forma de pensar y de vivir. Esta es la llamada de Dios para hacer tu vida distinta, para dejarte convertir por Él. Conecta cada día con la Palabra de Dios que es donde está la verdadera fuente de alimentación, porque nos reanima, renueva, revitaliza y reafirma. Son los cuatro “re”s que nos cambian de verdad:

  • Anima: Porque el contacto con Dios se produce en el alma; nuestro espíritu se llena de Dios y comprobamos que nuestra fe va creciendo y madurando.
  • Nuevo: Es la llamada al hombre nuevo que Dios nos hace, porque estamos en la presencia de Dios que nos ayuda a dar lo mejor de ti.
  • Vida: Vivir la vida con sentido, con pasión, sabiendo lo que hacemos y aprovechando cada oportunidad que tenemos para enriquecernos cada vez más,
  • Afirmar: Decir “sí” en cada momento al Señor, haciendo nuestra la Palabra de Dios, aceptando su voluntad y viviendo con fidelidad la misión que nos ha encomendado.

Pídele al Señor que renueve tu alma, para que así puedas ser un hombre nuevo capaz de tener una vida interior auténtica, para que seas capaz de mirar a tu alrededor y amar a todos los que están a tu lado, sin condiciones, sin tapujos. Que lo sencillo te haga cada día más grande.