
K¿Cuantas veces te has sentido sin ánimo, sin ganas de caminar y de abandonarlo todo? Hay veces que la oscuridad se hace fuerte ante la luz de nuestra vida, y nos cuesta trabajo avanzar, seguir hacia delante. Jesús con su resurrección quiere ayudarnos a superar estas situaciones que nos llevan al desánimo, a la muerte en la fe. Cristo nos ayuda a poder madurar, dejando atrás todo aquello que nos sumerge en el sepulcro bien sellado. La Resurrección de Cristo supone una ruptura con todo aquello que nos habla de debilidad y fragilidad. Dios nos da la posibilidad de sumergirnos en el misterio más hermoso de nuestra fe, y poder descubrir desde su presencia todo aquello que nos habla de triunfo, de vida, de nuevos caminos y oportunidades que se nos brindan para vivir más plenamente el Evangelio y compartirlo especialmente con los hermanos. No es una vivencia personal, ni mucho menos una celebración individual, sino que es en la comunidad donde nos encontramos con los hermanos que creen y se alegran por lo mismo que nosotros. Jesús fue lo primero que hizo, rodearse de discípulos, de amigos con los que compartir la vida y a los que enseñar. No hacía nada sin ellos, todo lo compartían. Esta es la invitación que en esta Pascua el Señor Jesús nos hace a cada uno: compartir nuestra fe y lo que somos, abriendo el corazón sin temor, porque Dios actúa en él y nos permite reconocerlo.