La Pascua en Sri Lanka

¡Verdaderamente Cristo ha resucitado! Es lo que creemos y decimos. Cristo ha resucitado para llamar a tu puerta, para que entregues tu vida, para que no tengas miedo a arriesgar lo que tienes. Hay que estar preparados, no sirve la espera. Las cosas llegan siempre cuando menos te lo esperas. Así ocurre con las desgracias de la vida, con la muerte, con los gestos violentos que los hombres somos capaces de realizar. 

Sri Lanka me tiene conmocionado. Terrible tragedia, descansen en paz todos los fallecidos y ojalá y se recuperen pronto los heridos. Un Domingo de Resurrección teñido de sangre, el sacrificio de Cristo, que es el sacrificio de estos hermanos que también han entregado sus vidas al Padre por celebrar la fe. Es momento de confesar nuestra fe en Jesucristo, de no dejar que el odio y la venganza aniden en el corazón. Aunque hay que realizar un gran ejercicio de voluntad para controlar estos pensamientos y deseos y someterlos al sentido común. No podemos dejar que estos impulsos nos alejen de Dios. La vida del ser humano es sagrada, nadie tiene derecho a arrebatarla. Hemos de procurar siempre la paz, el diálogo y el buen entendimiento entre todos los hombres.

No quiero que la distancia y la lejanía me ayuden a “hacer callo” de estos atentados y las víctimas sean un número más que escucho en los medios de comunicación. Esta noticia, como las muertes injustas de tantas personas nos tienen que ayudar para dar un sentido más profundo a nuestras vidas y a nuestra fe. «Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa» (Mt 5, 11).Hoy tiene verdadero sentido el final de las Bienaventuranzas. Son personas que se han visto sorprendidas por la muerte injusta celebrando la Pascua del Señor. El Paso de la muerte a la vida. Mi fe me dice que ellos también han pasado a esa VIDA, a la vida en Dios y están en el Paraíso, contemplando el rostro de Dios.

Su sacrificio ha de hacernos reflexionar, que muchas veces vivimos nuestra fe a medias tintas, de una manera tibia. Su entrega ha de ayudarnos a que nos replanteemos nuestra espiritualidad de una manera más auténtica y que aprendamos a servir y a vivir cada momento como Cristo nos lo transmite en el Evangelio. Que el Señor Jesús no sea para nosotros un desconocido. Que el ponernos en oración no haga que nuestro corazón se quede frío, que nuestra mente se distraiga, que pensemos en otras cosas mientras estamos dedicándole nuestro tiempo. Hemos de aprovechar cada oportunidad como si fuera la única. Porque así viviremos nuestra fe con mucha más profundidad y nos ayudará a mantenernos más firmes en la adversidad, cuando las cosas no salgan todo lo bien que nos gustaría.

Dejemos que nuestros corazones se llenen de esperanza en Cristo, que es justo y fiel. No nos abandona nunca, siempre está con nosotros. Cristo ha venido para quedarse y lo sabemos con certeza, por tantas experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida. Existe un peligro en nuestra vida cotidiana y es la convivencia continua entre lo bueno y lo malo. Noticias como las de Sri Lanka nos conmocionan, pero rápidamente nos olvidamos y volvemos a entrar en el tedio, la rutina, el aburrimiento, la monotonía de la vida…, que suelen aplacar nuestro deseo de Dios y de conversión. Entonces Cristo deja de ser influyente en nuestra vida, justo lo contrario a lo que queremos.

Procuremos hacer siempre el bien, entregarnos a los demás, estar preparados porque no sabemos el día ni la hora (cf Mt 25, 13). Es una temeridad por nuestra parte dejar que pasen los días y apenas tener una disponibilidad para la oración y el encuentro personal con Cristo. Es necesario como el respirar.

Nuestros hermanos de Sri Lanka estaban celebrando el Domingo más grande del año cristiano, la Resurrección de Jesucristo y se han encontrado con la Gloria de Dios. Su vida no ha sido en vano, porque rezar por ellos y cuestionarnos cómo estamos viviendo nuestra fe nos ayudará a avanzar en nuestra vida cristiana; y ellos se convertirán en instrumentos de Dios porque te están acercando a Él para que sientas en primera persona lo necesario que es cuidar la fe.

Que todos los difuntos de los atentados de Sri Lanka descansen en paz y que los heridos se recuperen pronto.