
Hay veces que nos preguntamos qué nos está pasando, por qué no vemos al Señor, por qué no le escuchamos. Parece como si Dios se hubiese ido de nuestro lado, de nuestra vida y todo es silencio en nuestro entorno. Vuelven a surgirnos las dudas, los miedos, la incertidumbre sobre si todo lo que desde pequeños nos han enseñado se sostiene o no en la verdad. Entonces comienzan a aflorar situaciones pasadas, que pensabas que habías desechado y superado, y se están haciendo presentes de nuevo, con más fuerza que antes. Comienza a darse un cambio en tu vida, un paso de ese hombre nuevo en el que estabas, al hombre viejo que fuiste en su momento. Retrocedes en tu vida interior y se genera en ti esa amargura de ver cómo las debilidades y las propias miserias se están presentando de nuevo en tu vida con una fuerza desmedida. Como si todo viniese dado de antemano.


Deseamos vivir en paz, que todo a nuestro alrededor esté tranquilo, sin ninguna disputa ni mala palabra. No queremos problemas ni malos rollos con las personas que nos rodean, porque nos genera tensión, intranquilidad y nos violenta. No vivir en paz es sinónimo de insatisfacción, desasosiego, inquietud, desazón… porque hace que todo se nos tambalee y que vivamos en la incertidumbre del descontrol. No sabemos lo que nos podremos encontrar a la vuelta de la esquina. El nerviosismo no es buen consejero para nuestra paz interior. Toma conciencia de lo importante que es estar sereno y en paz dentro de ti y así podrás ver y afrontar cada situación de una manera distinta, respetando los procesos y no actuando de manera bronca con quienes te rodean.
Sabemos, más que de sobra, que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Esta es nuestra condición, somos persistentes e incluso algunas veces obstinados en nuestros comportamientos. Parece que si no estamos convencidos y no lo vemos claro, perseveramos con nuestras actitudes, aunque no nos estén haciendo ningún bien. Necesitamos estar convencidos y motivados para emprender los retos que nos proponemos y hacerlos realidad a pesar de los esfuerzos que nos pueden costar.


