
El encuentro con Dios nos da una fuerza especial difícil de explicar, capaz de llevarnos lejos y de superar todas las dificultades personales con las que nos podamos encontrar. Hace que nuestro corazón vibre de una forma única y que nada, ni siquiera el sentimiento humano es capaz de llegar a igualar. Todo esto depende de Jesús y a nosotros, por mucho que queramos llegar a comprender y razonar, nos supera porque las cosas de Dios son así. Deja de racionalizar tu vida de fe, simplemente lánzate a volar para que puedas hacer cosas grandes en el nombre del Señor y que esto te llene de felicidad. Esa vida feliz hace que te entregues a Dios por completo y vueles donde el Espíritu Santo te lleve, sin estar preocupado de tenerlo todo bajo control para así estar más seguro.



Bien sabemos que en la vida las cosas no son fáciles. Para conseguir lo que deseamos debemos luchar y ser constantes sino conseguimos lo que nos proponemos rápidamente. Hay veces que cuando pretendemos algo no usamos las mejores armas que están a nuestro alcance. Es importante que nos dejemos llevar por nuestra fe que pone a nuestro disposición una serie de armas espirituales que nos pueden ayudar a ser más coherentes y a que en nuestra vida interior pueda profundizar más en Dios.



