Mi amistad con Dios

Dios es el amigo fiel, el que nunca falla. Tener una amistad con Él es lo más fácil porque frente a nosotros tenemos al que nunca se cansa, paciente, servicial, siempre te perdona y disculpa, te dice la verdad y respeta tus momentos y tiempos. Es el amigo perfecto con el que se puede contar, porque siempre está ahí dispuesto a ayudarte en cualquier situación. No le importan las horas, nunca está ocupado, sino que está esperando que le busques, llames a su puerta, entres en su casa, te sientes a su lado y le cuentes todo aquello que lleva tu corazón. Dios siempre cuida la amistad. Basta con echar una mirada al libro del Génesis para comprobar que, a pesar de la traición, Dios siempre se muestra cercano. Le ocurrió a Adán y Eva cuando comieron del fruto prohibido y al mirarse entre ellos se vieron totalmente desnudos. «Cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, Adán y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín» (Gn 3, 8). A pesar de la traición, Dios nunca dejó de ayudarlos; así lo reconoce Eva cuando concibe a Caín y dice: «He adquirido un hombre con la ayuda del Señor» (Gn 4, 1), porque siempre está pendiente de los hombres y por supuesto de ti y de mi.

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