Perseverar en la vida de fe

Son muchos los cambios que hemos experimentado desde que comenzó la pandemia. El camino no ha sido fácil y eso ha dificultado también nuestra capacidad de perseverar en lo cotidiano. Mantenernos firmes en nuestra oración es una dificultad que arrastramos durante nuestra vida cristiana, porque el nivel de exigencia personal es elevado y debemos de estar muy atentos para no dejarnos llevar por el activismo y sacar tiempo para el encuentro con Dios. Siempre lo agradecemos cuando nos superamos y somos capaces de mantenernos constantes en nuestro camino espiritual. Atender constantemente nuestra alma sin desviarnos, manteniéndonos firmes en nuestra fe eso es perseverar. Y todos queremos perseverar en cada ámbito de nuestra vida. Otra cosa distinta es que lo logremos o que se den las circunstancias internas necesarias que nos permitan lograr nuestro propósito.

Cuida especialmente la Gracia de Dios. Si eres obediente y te mantienes unido a Dios irás dando pasos en la buena dirección. La Gracia que has recibido por Jesucristo se debe a su entrega en la Cruz y a la remisión de nuestros pecados. Por eso has de estar atento para no caer en la tentación y no cometer pecados. A veces las seducciones y ataques que recibimos son fuertes, por eso debes estar atento y con la Gracia intacta, para salir airoso de este combate de la fe y de la lucha a la que te ves sometido cotidianamente en tu vida diaria.  Deja que tu alma se oxigene bien con tu oración personal; es la manera de vivificar tu espíritu, tu vida interior. La manera de conectar tu alma con el Espíritu Santo es perseverando en tu oración, porque así seguirá actuando en tu interior y te permitirá comprender de una manera mucho más clara la Palabra de Dios y cómo te manifiesta cada día su voluntad. Que la Palabra de Dios esté presente cada vez que tienes que tomar una decisión, porque de ella depende tu crecimiento personal y madurez para alcanzar el camino de la perfección. 

Dice el Apóstol San Pablo: «Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús (2 Tim 3, 14). La Palabra de Dios siempre te va a dar luz en tu caminar porque te revela lo que quiere para ti. Interiorizándola podrás encarnar el Evangelio en tu vida y así estar constantemente en la presencia del Señor, vital para seguir cimentando tu fe sobre la Roca que es Cristo. Has recibido una herencia preciosa que se hace realidad cada vez que celebras la Eucaristía, actualización del sacrificio de Jesucristo. Con esa herencia puedes poner en práctica el amor de Dios que se quiere seguir derramando en cada rincón de tu vida fortaleciendo tu fe en Cristo, para ser obediente y dependiente de su Palabra. Merece la pena depender de Dios para que tu vida irradie felicidad y alegría, de la que se contagia a los hermanos, a los que te costará menos trabajo aceptar y amar, porque ya el Señor es quien se encarga de poner en tu corazón todo aquello que necesites para reconocer su presencia en el otro.

Persevera en el Señor, no lo olvides, especialmente es seguir cuidando la Gracia que Dios te regala a través del Sacramento de la Reconciliación. Redescúbrelo para que puedas seguir experimentando toda su riqueza de amor.

Ayúdame Señor a perseverar y a estar en guardia, para superar cada tentación que se me presente.

Dame fuerza para que en mi oración sea constante y no me abandone.

Que siempre tenga tiempo para ti y Tú seas el centro de mi vida.

Gracias Jesús por todo lo que me das.