Lo que te rodea – Camino de Santiago (V)

La etapa a Portomarin ha sido una etapa tranquila y suave, salvo las bajadas que han añadido una tensión a las piernas, pero nada que un buen descanso no pueda reparar. La climatología ha acompañado desde la salida de Sarria, por la niebla en primer lugar, y, después, por las nubes que han mantenido una temperatura ideal para caminar. Pero me quiero centrar en la niebla y en no poder contemplar la belleza del paisaje más allá de cincuenta metros, porque esto me ha hecho reflexionar sobre varias cosas. 

En primer lugar, sobre “ver más allá”. Cuántas veces quiero ver a Dios más allá de donde estoy y no puedo. Ese deseo de Dios hace que me esfuerce por buscarlo en otros lugares; incluso tengo el deseo de querer experimentar vivencias distintas a las que tengo, porque hay veces que la realidad que uno vive, no te gusta y al ver otras, donde los demás son más felices que uno, puede surgir esa envidia, algunas veces sana, otras no,  de huir de donde estás. Buscar a Dios siempre es necesario, y Él viene al encuentro cuando quieres encontrarte con Él, pero que el “ver más allá” no sea una vía de escape de tu realidad, sino un hacer algo para solucionarlo. 

Entonces ha venido mi segunda reflexión en forma de pregunta: ¿Qué estoy haciendo yo en mi entorno? Porque es ahí donde vivo y donde tengo que buscar a Dios, reconocerlo, encontrarme con Él y anunciarle cada día de mi vida; porque es ahí donde ahora está mi misión y tu misión. Que se convierte, gracias al encuentro con Cristo, en nuestra misión. Para esto nos quiere Jesús, para que donde estemos hagamos realidad el Evangelio y construyamos con quien tenemos al lado el Reino de Dios. «No andéis agobiados. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad. Buscad sobre todo el Reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura» (Mt 6, 31.33). Que esa sea tu preocupación, porque del resto ya se encarga el Señor. Por eso es importante que cuides tu vida de fe y pongas a Dios en centro. Porque Él tiene que hacer su trabajo en ti, si tú te dejas hacer. Si no le abres el corazón al Señor, Él nunca va a poder entrar; si no le buscas, Él nunca se va a poder hacer el encontradizo; si no le llamas, Él nunca te va a responder. No tengas una relación interesada con Dios; el sentido de gratuidad y servicio ha de ser la primera regla de vida que debes tener clara para llenarte de Dios y tener una intensa vida interior. No dejes a Dios para lo último, no le antepongas a nada, deja que Él sea tu primera opción para que se pueda convertir en estilo de vida. Si no, todo será raro y desconocido para ti, e irás viviendo cada día de tu vida prescindiendo de Dios, porque no te llena nada. Jesús te ama y ha dado la vida por ti. Cada día lo recuerda en la Eucaristía; quizás al principio puede que no lo veas tan claro, persevera y ya verás como la claridad empezará a ser evidencia en tu vida. 

Esto es lo que ha pasado en los últimos kilómetros de la etapa. El sol ha podido con las nubes, y he podido contemplar la belleza del paisaje, del embalse de Belesar. Lo que me lleva a la tercera reflexión de este día. Cuando perseveras, cuando permaneces en Dios, a pesar de las oscuridades de tu vida, Él se revela y ves todo muy clarito; porque el regalo de la fe auténtica te lleva a “ir más allá” de su mano, porque la misma vida de fe, hará que veas la necesidad de entregarte cada vez más porque habrá en ti el anhelo de servir y de sentirte indigno de ello. Verdaderamente que Dios provee y hace que todo funcione en tu vida espiritual, y la encontrarás con toda naturalidad porque Él ha venido «a dar su vida en rescate por todos» (Mt 20, 28). El Señor siempre nos da más de lo que merecemos y cuando menos lo esperamos. Ama y vive con todo el corazón. Abandónate en su presencia y verás como todo se va poniendo en su sitio y nada te cansará, sino que una sonrisa iluminará tu rostro porque Dios te inunda con su presencia y constataras que hasta lo más insignificante te llena de gozo y felicidad. Así es Jesus. Quiere sentarte contigo a la mesa y colmarte de bendiciones. Acepta su propuesta y hazlo parte de tu estilo de vida.