Corazón de carne

Tener un corazón de carne y no de piedra, sensible, comprensivo, generoso, comprometido, servicial, dispuesto a dar la vida. Tener una fe inquebrantable, que, aunque pase lo que pase siempre está firme y anclada en el Señor. Los retos desde luego son difíciles y para eso están, para superarlos y conseguirlos; para dar pasos en la buena dirección; para no dejarte vencer por la pereza, la apatía y la dejadez y superarte cada vez más. Es necesario estar decidido a esforzarse porque las cosas no vienen por si solas, hay que trabajárselas día a día para obtener la recompensa. En la vida espiritual tenemos muchas herramientas para ayudarnos de ellas y llegar a conseguir nuestros propósitos. ¿Cuáles son tus muletas, en las que te apoyas día a día?

Dios siempre nos provee para que nunca nos falte de nada, tanto en el ámbito material como en el espiritual. La receptividad por nuestra parte es imprescindible para tener claro lo que nos propone y las actitudes personales también, pues sin voluntad es imposible que consigamos nada. A veces parece que nos gusta ponernos al límite, llegar hasta el precipicio y tener esa sensación de estar en caída libre. Si no el abandono, el desánimo, la frustración no llegarían a nuestra vida ni se harían fuertes. Tenemos que combatir, no podemos perder ese espíritu de lucha contra nosotros mismos ni los malos sentimientos que anidan dentro de cada uno. A veces resulta difícil echarlos de nuestro interior. En estos casos es importante hablar sobre cómo nos sentimos, relajarnos para que la mente se tranquilice un poco y ponernos en las manos del Señor, cambiar de ambiente y tomar distancia tanto física como mental, buscar personas que te animen y te transmitan bondad y amor, hacer una lista con todo lo bueno que tienes y has vivido para dar gracias al Señor por lo que eres y tienes en tus manos.

Jesús está a tu lado. Te invita a abrir tu corazón, a compartir todo lo que tienes en tu interior, sin miedo. Dale la llave de tu vida y de tu corazón para que te haga sentir seguro, pleno, fuerte; para que tu vida sea auténtica y cuando mires tu pasado lo mires desde la paz y la confianza en el Señor, sabiendo que te ama como nadie y quiere estar siempre a tu lado, en el centro. Jesús quiere darte seguridad y confianza en ti mismo, para que las opiniones de los demás, de los que te quieren, te ayuden a crecer y de los que no te quieren, no te hagan daño. Quiere abrazarte y decirte que no temas, que el está para protegerte y ayudarte a pesar de que tengas enemigos a tu alrededor o personas que no te quieran bien; quiere seguir llenar tu vida de sentido y de plenitud para que lo que vivas y hagas cada día te haga feliz y te realices como persona y como creyente.

Que esta vivencia al lado de Jesús te ayude a ser cada día más sensible a los hermanos y a sus necesidades. A mostrar tu lado más humano, pero también tu lado más cristiano, porque es en el otro donde reconocemos al Señor: «Lo que hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40). Haz fuerte el don de la humildad en tu vida para que el otro te importe cada vez más y así no te mires tanto a ti mismo y tus necesidades. Tu corazón de carne tendrá un buen entrenamiento con este don, no lo olvides. Las dificultades que nos encontramos en el camino son también una ayuda para no olvidarnos de que dependemos de Dios y no de nosotros mismos; las cosas se resuelven más fácilmente con el Señor a tu lado antes que confiando solo en tus propias fuerzas. Si miras tu vida desde la humildad veras cada día con mayor claridad todo lo que Dios está poniendo a tu alcance para estar cada día más cerca de Él. 

Señor, dame el don de la humildad y que cada día lo pueda hacer más grande en mi vida.