
Es muy posible que hoy en día tengamos demasiado culto al morbo y nos dejamos llevar muy fácilmente por él. Es curioso cómo nos dejamos influenciar por los comentarios y chascarrillos que a veces nos cuentan y escuchamos hasta con agrado. Hay veces que la primera impresión nos falla y solemos juzgar de manera exagerada e injusta a los demás, sin mirar su corazón; sólo por la apariencia física y por lo que nos parece en ese preciso momento. En otros casos nuestras percepciones nos pueden engañar. Ninguno de nosotros somos infalibles, ni poseedores de la verdad absoluta. Cada uno tenemos nuestra visión de la realidad y nuestra propia experiencia que nos condiciona en nuestra manera de vivir y decidir.


Bien sabemos que en la vida las cosas no son fáciles. Para conseguir lo que deseamos debemos luchar y ser constantes sino conseguimos lo que nos proponemos rápidamente. Hay veces que cuando pretendemos algo no usamos las mejores armas que están a nuestro alcance. Es importante que nos dejemos llevar por nuestra fe que pone a nuestro disposición una serie de armas espirituales que nos pueden ayudar a ser más coherentes y a que en nuestra vida interior pueda profundizar más en Dios.

Siempre es necesaria una parada en el camino para descansar y reponer fuerzas. Humanamente lo necesitamos, porque ninguno somos invencibles, incombustibles… más bien lo contrario, nuestra propia fragilidad humana nos hace depender del descanso. Es importante saber detenerse y elegir un buen lugar para saborear lo vivido y compartirlo con las personas a las que amamos y queremos. ¡Con qué ilusión programamos y realizamos esos viajes en familia y con los amigos que tanto nos alimentan! Y deseamos incluso que se pare el tiempo para disfrutarlo más todavía. Además de los recuerdos que nos traen y las veces que nos referimos a ellos como momentos bellos y hermosos que hemos vivido. Estos momentos forman parte de nuestra vida y de las veces que nos hemos sentido felices y cómodos.

