
Hay veces que la vida no viene como te gustaría, parece que las cosas te salen y por mucho que te esfuerzas, por mucho que piensas en cómo cambiar la inercia de tu vida y de cómo actuar, no encuentras respuestas que te ayuden a que tus esfuerzos den fruto y que te sientas más feliz y realizado con todo lo que haces. Situaciones así te llevan a desesperar, a perder la confianza en ti y a verlo todo un poco más oscuro. No te rindas, no des paso a la desazón en tu interior, porque, aunque pienses que todo está perdido, Dios quiere decirte, que siempre a lo largo de tu vida, ha sido Él quien te ha ido abriendo caminos y dando luz donde tú pensabas que ya no se podía hacer nada más. Igual que el Señor ha estado contigo en tu vida pasada, también lo seguirá haciendo en tu vida futura, porque Dios es fiel y nunca abandona a sus hijos. No dejes de confiar en Él y sigue perseverando en la oración.
No es final. Todavía no. Puedes creer que no hay solución, que todo está perdido, que tu vida ya no puede ir a peor y que es un desastre. Pero no, no es final. Siempre hay una salida, una salida que a última hora encuentras, donde puedes abandonar la oscuridad que te invade, el pesimismo que te encoje hasta lo más profundo del alma. Podrás decirme que cuando se pasa mal no es tan fácil. Que cuando el sufrimiento, el dolor y la impotencia aprietan las cosas no se ven de la misma manera. Que hay que vivirlo para saber lo mal que lo pasa uno. Que opinar viendo los toros desde la barrera es muy cómodo. Que no tienes esperanza y que has dejado de creer en las personas, en Dios y en todo. Es cierto que nadie se puede cambiar por ti ni vivir lo mismo que estás viviendo tú, eres insustituible… pero de todo se sale. Dios siempre cierra una puerta, pero abre una ventana. Esta es la esperanza con la que tienes que vivir y que te tiene que ayudar a no desfallecer en la lucha por salir adelante. Aunque no entiendas las cosas en este preciso momento o durante el resto de tu vida. Tienes derecho a pasarlo mal, a desahogarte, a todo lo que tu quieras… pero no puedes estar así toda la vida. Se entiende perfectamente que puedas estar un tiempo mal, pero hay que levantarse y reemprender la marcha. No puedes estar toda la vida sentado, parado, perdido. La vida se te ha regalado para vivirla y Dios te ha dado una serie de dones y la fe para que te realices en lo que haces.



La palabra envidia viene del latín “in-videa”, que significa “el que mira mal”. Y es que hay veces que miramos mal a las personas deseando algo que ellos pueden tener y nosotros no. Hay veces que la felicidad del otro puede llegar a molestarte e incluso a hacerte sufrir, y esto se vuelve contra nosotros. Santo Tomás de Aquino lo refiere como “el dolor del bien ajeno”. Tendemos a generalizar y solemos decir que el mundo en el que vivimos está lleno de envidia, pero por norma nunca miramos dentro de nosotros, sino que es mejor mirar los defectos y debilidades de los demás.