Entregar tu tiempo a los demás

Man in the image of Christ reaching out his hand, dark background. Belief in god, christian faith

Entregar tu tiempo a los demás es una maravillosa oportunidad de poder darles lo mejor que hay dentro de ti dedicándoles toda tu persona. Es lo que muchas veces echamos en falta en nuestro ritmo de vida cotidiano. El saber pararnos y prestar más atención a los que nos rodean, al Señor, a la oración personal, al cuidado de nuestra vida interior. El día a día nos va apretando tanto que al final nos convertimos, casi sin darnos cuentas, en máquinas de consumir vida y tiempo donde pasan los días y cumplimos de manera autómata nuestros cometidos sin saborear y disfrutar cada oportunidad que se nos presenta de contemplar, admirar, recrearnos, interiorizar, reflexionar… y tantas acciones que nos ayudarían a cambiar el prisma de cómo vivir y afrontar cada reto.

No hay que esperar a que la vida nos frene en seco para reaccionar y replantearnos las cosas que hacemos. Ahí es donde surge el arrepentimiento y el lamento: “Si hubiera…”; esto no es lo que el Señor ha pensado para nosotros. No queremos estar mirando constantemente hacia atrás pensando en lo que pudo ser y no fue, sino que cada día es una novedad, una oportunidad que el Señor nos brinda para ser felices y vivir con alegría y la tenemos que aprovechar. El responsable eres tú, porque tienes la capacidad de elegir cómo vivir y qué sentido dar a tu vida. Aquí no sirven excusas ni echar balones fuera, porque al final te estás autoengañando.

Entregar tu tiempo a los demás significa estar dispuesto a olvidarte de ti con todas las consecuencias, sin prisas ni evasivas. Jesús murió en la cruz incondicionalmente, no lo hizo bajo condicionantes de quién creería en Él, quién le seguiría, quién le aceptaría…; Dios es incondicional, no entiende de medias tintas y tampoco nos quiere tibios, sino auténticos. Para esto es importante tener lleno el corazón, para no entregar tu amor, sino el de Dios. El amor humano se desgasta y es pobre, caduco; el amor de Dios siempre permanece, es infinito, eterno. Por eso necesitamos ponernos en la presencia del Señor, para que amemos desde su amor, desde su mirada, desde su misericordia, desde su presencia. 

Entonces no te pesará nada entregar tu tiempo a los demás, saldrás de ti mismo y podrás comprender la verdadera dimensión del servicio: No te buscarás a ti mismo sino que buscarás a los demás, poniendo a su disposición cada uno de los dones y talentos que el Señor te ha concedido. ¡Qué importante es complementarnos entre nosotros y enriquecernos mutuamente! Y de qué manera tan sencilla lo podemos hacer, simplemente parándonos y prestar atención a la persona que está a tu lado y a la que con un simple gesto puedes hacer feliz, ayudar o hacer sentir especial. Como el Señor te hace sentir cuando toca tu corazón. Obviamente no nos vamos a comparar con el Señor, pero sí que queremos entregar nuestro tiempo y corazón al Amor de Dios, el que más merece la pena y el que siempre permanece.

Ayúdame Jesús a entregarme a los demás, a saber donarme como tú en la Cruz.

Que mi vida sea un servicio constante a los demás y que no busque excuses para rodearme de comodidades.

Haz Jesús que entienda que el tiempo estregado es tiempo amado y que no me ocupe en no hacer nada.

Amén.