Muchas son las ocasiones en las que nos encontramos entre la espada y la pared. Incluso llega a parecer que no vemos ninguna salida por ningún lado vayamos por donde vayamos. La vida nos va poniendo pruebas en el camino que de alguna manera miden nuestra fe y la confianza que tenemos en Dios. Siempre en los momentos de dificultad y de incertidumbre tenemos la duda que nos martiriza y que hace que vayamos desconfiando de todo.
Si hay una manera de que nuestra fe crezca es con las dificultades, con esos momentos que no deseamos y que humanamente queremos que pasen rápidos, porque nos vemos en esa encrucijada de tener que elegir entre fiarnos de Dios y mantenernos firmes en nuestra postura o abandonarlo y dejarnos llevar por nuestros sentimientos y esquemas.


Siempre me ha llamado la atención cuando me han dicho que se utilizan menos músculos de la cara cuando se sonríe que cuando se está enfadado. Hay muchos tipos de sonrisa: alegría, miedo, vergüenza, enfado, dolor, desprecio, incredulidad, júbilo, entusiasmo… La sonrisa la utilizamos cuando estamos pasando un buen momento y también cuando no es tan bueno. Y es que el ser humano es capaz de sonreír y sin embargo de confundir y disimular el estado de ánimo que se puede tener en el momento.