Señor, tú sabes que te quiero

¡Qué hermoso es alabarte y bendecirte, Señor! Pasar tiempo contigo, visitarte en el Sagrario, pararme en el ritmo ajetreado de vida que llevo y orar, contemplando tu rostro y descubriendo tu presencia en el Santísimo Sacramento. Como me conoces bien, sabes que muchas veces paso de largo, que no encuentro el momento para detenerme y estar contigo, hacerte una visita, dedicarte mi vida y toda mi atención aunque sea por unos minutos al día. Soy consciente de que estás esperándome, que quieres que vaya a verte y no me gustaría defraudarte en este día. Siempre me dedicas hermosas palabras y gestos a través de tu Palabra y de las personas que me rodean. Quiero descubrirlas y saborearlas como el mejor de los manjares, porque tú, Señor, haces que cada momento se convierta en algo único y especial. Que tantos ruidos y luces como me rodean no me hagan sordo ni ciego y así pueda ayudarte a transformar el mundo, porque sé que cuentas conmigo y quieres de mi parte dedicación plena. Ayúdame, Jesús, a saber pararme y no dejarme llevar por mis quehaceres que me sumergen en mi propio mundo y me impiden mirarte y abrirte mi corazón de par en par.

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