
Actuar por amor. Es uno de los principales retos que tenemos cada día. Son muchas las situaciones en las que nos encontramos tentados de cumplir, no comprometernos, pasar de largo, abandonarnos… y que apagan ese ardor de nuestra alma por ser fiel al mandamiento del amor que nos dio Jesús. Actuar por amor es exigente, mucho más cuando tenemos algún desencuentro con las personas que nos rodean y no somos capaces de perdonar ni de practicar la misericordia en su plenitud. Los corazones comienzan a distanciarse y, por tanto, la actitud de servicio y de amor no sale con la misma frescura que cuando estamos totalmente unidos al hermano. La falta de diálogo hace que muchas veces nos dejemos influenciar por actitudes y medias palabras que a veces mal interpretamos y que hacen que nos lleguemos a imaginar lo que no es o a pensar más de la cuenta, dejando que pase el tiempo y cerrándonos al diálogo fluido que anteriormente hemos podido tener con el otro.
