Superarse

Superarse. Es una de las principales motivaciones que tenemos. Todos deseamos mejorar en la vida, ser mejores personas, tener una buena posición económica que nos permita vivir lo más holgadamente posible, superar los retos personales que nos proponemos, aprender lo máximo posible de todo lo que nos ocurre, mejorar nuestra salud, nuestra condición física, psicológica y espiritual. Son muchos los momentos de nuestra vida que nos ayudan a madurar y a crecer interiormente, tratando de mejorar nuestra condición y la situación en la que vivimos. El primer paso que hemos de dar es con uno mismo. Superarse es salir, romper con todo lo que te ata y no te deja avanzar. Son muchas las trabas que puedes tener en tu vida y que te impiden sacar lo mejor de ti, mostrar tu verdadero rostro. Quizás en tu interior no te sientas todo lo feliz, todo lo seguro de ti mismo que quisieras, y esto provoca una insatisfacción personal que no te deja totalmente tranquilo y a gusto contigo mismo. Esta pequeña frustración hace que no termines de arrancar, de mostrarte tal como eres y de poder avanzar rompiendo esos miedos, prejuicios o pesares que puedes tener en lo más profundo de ti.

Ha llegado el momento de superarse, de ponerte manos a la obra, y empezar a echar fuera de tu vida lo que todavía aprisiona tu yo y dar lo mejor de ti cambiando dinámicas, hábitos, actitudes personales que te permitirán avanzar totalmente liberado. Es un reto importante para ti, quizás de los más importantes, por el simple motivo de que es a ti mismo a quien te tienes que enfrentar y superar. Si ves que no puedes solo, es momento de dejar paso a Dios para que te libere. Él es el único que puede llegar donde tú no llegas, porque no utiliza ninguna fórmula ni receta creada por el hombre. Hay veces que la puerta más profunda del ser, se cierra, y cuando uno se propone abrirla no resulta tan fácil. Dale a Dios la llave de tu vida para que Él pueda abrir con su llave maestra todas las puertas de tu interior y así puedas sentir cómo con Cristo en tu vida todo cambia. Superarse es dejar que Dios controle y marque tus tiempos. Dios respeta la velocidad que llevas y sabe la autonomía de tu depósito de combustible. Has de ver cómo de lleno está tu depósito y si tienes autonomía suficiente para llegar a tu destino.

Superarse es ser consciente de tus limitaciones y de tus pobrezas. Has de saber cuándo has de pararte para repostar y llenarte de nuevo. Lo fácil es dejarse llevar y no dar importancia a las paradas. Son necesarias. Hay muchos que piensan que es posible vivir sin necesidad de pararse y de encontrarse con Dios. Los frutos son los que hablan por nosotros mismos, así lo manifiesta Jesús: «Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Es decir, que por sus frutos los conoceréis» (Mt 7, 15-17.20).

No busques otra parada distinta a la que te indica el Señor. Como bien sabes, Él quiere lo mejor para ti, y te advierte de los falsos profetas que están acechándote para que les des la llave de tu vida. Ten cuidado, porque superarse es estar atento a lo que dejas que entre en tu corazón. Que la desesperanza, apatía, desánimo, indiferencia, miedo…, no entre en tu interior. Enterrará más profundamente la llave que abre la puerta o lo más profundo de ti para que Dios no entre y así no puedas participar de la plenitud verdadera que Cristo nos trae con su Muerte y Resurrección. Ten claro qué es lo que te anula y coarta. Dios que es la Bondad, no va a perjudicarte nunca. Aunque su Palabra te incomode, sólo quiere ayudarte para que te superes y puedas sentirte partícipe de lo que te propone: Ser un árbol bueno que dé frutos buenos. Por eso, superarse cada día es el mayor de los retos.