Carta de San José a la Virgen María

Siempre hay regalos que te sorprenden. Aquí os dejo uno escrito para un bello momento de Adoración ante el Santísimo Sacramento por Alfredo Santos Galera. Gracias por compartirlo y hacer realidad lo que siempre digo: “Lo que no se comparte se pierde”. 

Espero que os guste y os llegue a vuestros corazones, porque ha salido desde el suyo, que es muy grande.

Belén de Judea a 23 de Diciembre del 6/4 ante de Cristo.

Querida María:

Se acerca el día y no quería dejar pasar más tiempo sin escribirte unas palabras para expresarte cómo me encuentro viviendo estos momentos.

Faltan unas horas para que se cumpla el mandamiento por que nos encontramos aquí. Quería decirte que te quiero, que te admiro. No ha sido un camino fácil por el que hemos tenido que pasar hasta llegar al día de hoy. Solo el amor tan inmenso que nos tenemos es suficiente para no desfallecer.

Somos muy afortunados. Hemos sido designados por el Creador para traer a la tierra al Salvador. Creo que aún no soy lo suficientemente consciente de la importancia que esto tiene, pero seguro que cuando llegue el momento lo entenderé.

Te he de confesar, que, al principio, dudé, pero te vi tan fuerte, tan generosa, tan valiente, que no puede mas que animarme a vivir este momento contigo. Y es por ello por lo que te doy gracias; gracias por la confianza depositada en un humilde servidor; gracias por quererme como soy y gracias por darme esa paz y esa tranquilidad que esta situación requiere.

Me ha impresionado la alegría con la que estás llevando la situación a pesar de las dificultades. No son momentos fáciles para nadie, pero, tú los haces fáciles con esa actitud tan generosa y valiente con la que actúas.

Está claro que el amor que nos tenemos es el motor de todo esto. Ese amor que el Padre nos da; ese amor que todo lo puede. Sin amor no somos nadie.

Me haces sentirme pequeño a tu lado, y es por eso, por lo que me he animado a escribirte estas palabras, para demostrarte lo mucho que te quiero y lo que te agradezco enormemente, que me hayas elegido como cómplice para compartir contigo ese “regalazo” que dentro de unas horas se va a producir.

A partir de ese momento tendremos que ser aún más ejemplarizantes en el amor que nos tenemos, para poder así transmitírselo a nuestro hijo y también poder darlo a los demás.

Es por todo esto por lo que no puedo dejar de decirte que te quiero, que te admiro y que se hará una oración que todos rezarán que dice así:

Dios te salve, María, 

llena eres de gracia. 

El Señor es contigo, 

bendita tú eres entre todas las mujeres 

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros pecadores, 

ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Con todo mi amor.

José.