A mi padre

Hoy es el día de san José. El día del padre. Todos nos sentimos orgullosos de nuestros padres, y yo me siento muy orgulloso del mío. Un padre es un modelo, y yo puedo decir que el mío para mí lo es, porque a lo largo de mi vida siempre se ha volcado conmigo y mis hermanos. Ha procurado darnos lo mejor que tenía y nos ha enseñado a ser auténticos, honrados y generosos con todos. Mi padre no es perfecto, como nadie en la tierra lo es, salvo el Señor; mi padre tiene fallos, como los tengo yo; mi padre se equivoca hasta sin querer, como me equivoco yo; mi padre tiene su propia manera de pensar, que en ocasiones difiere de la mía, pero eso no quita que le quiera, que le respete y que le desee siempre lo mejor. Mi padre no es eternamente joven, aunque a él le gustaría y a muchas personas que conozco también, y está viviendo ahora una etapa hermosa de su vida, el inicio de su vejez, porque no quiero que se haga mayor, aunque entiendo que es ley de vida y que todos tenemos que hacernos mayores. Me costó trabajo asumir que mis padres se hacían mayores, pero con la ayuda del Señor lo conseguí, y ahora disfruto de ellos todo lo que puedo, y cada rato que paso con ellos es un regalo precioso. Disfrutar de la familia y estar con ella. Todo le sabe a poco, si por él fuera pararía el tiempo y nunca avanzaría. Hay veces que dice que qué pena que hayamos crecido, si por él fuera siempre seríamos niños para disfrutarnos mucho más. Y es que por sus hijos se derrite, pero por sus nietas más todavía. Le dan la vida y le están permitiendo vivir su segunda juventud.

Mi padre es un luchador, junto con mi madre. A pesar de las dificultades que mi familia ha tenido a lo largo de la vida siempre nos ha enseñado a luchar, a no rendirse, a sobreponerse ante las dificultades, a patearse el mundo para salir adelante, costase lo que costase. No importaban los kilómetros, los pasos dados. Y eso sí, siempre con un gran corazón grande dispuesto a ayudar a quien lo estuviera pasando mal, porque ante las necesidades de los demás se conmueve, su corazón refleja toda la bondad que atesora en su interior y lo que para mí es más grande, que no lo puede remediar, le sale solo. Signo de lo grande que es. Esto no es sólo mérito de mi padre, se dice que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y yo no puedo decir lo contrario, ambos, mi padre y mi madre, son lo mejor que la vida me ha dado. Son un ejemplo para mí.

Mi padre es muy casero, muy familiar. Quiere ser como una gallina, así lo define mi madre, nos quiere a todos bajo sus alas. Hay veces que no puede expresar todo lo que siente porque rápidamente se emociona al manifestar lo que siente por nosotros, pero todo lo expresa en esos besos tan fuertes que nos da tanto cuando llegamos como cuando nos vamos. Ahí transmite todo su amor y cariño por los frutos de su vida, y nos da también todo su orgullo de padre al tenernos como hijos. Somos el motor de su vida y lo sabemos. Mi padre tiene la sabiduría de la vida, cuando habla en serio ante los problemas, sienta cátedra, da en el clavo y suele salir lo que dice. Lo he dicho muchas veces y me siguen sorprendiendo sus afirmaciones y cómo acierta.

Hay dos pasiones que mi padre tiene: El Santísimo Cristo de las Injurias, patrono de mi pueblo, Noblejas, y que bien se ha encargado de transmitirnos a mis hermanos y a mi; y es cierto, es devoción, pero sobre todo es pasión. Desde pequeño he podido ver la emoción en su mirada, en sus ojos: al rezarle, al mirarle, al llevarle sobre sus hombros, al darle los “vivas”, al hablar de Él. No se me olvidará mi primer tres de mayo como sacerdote, la emoción que experimentamos y sentimos toda la familia celebrando ese día, por todo lo que supuso y por lo grande y hermoso que fue para nosotros. Todo un orgullo llevar al Santísimo Cristo de las Injurias en nuestro corazón.

Su segunda pasión es más mundana, es el futbol, es su Madrid. Sobre esto no me extiendo mucho, ya lo sabes papá: Siempre Hala Madrid. Todavía se pone nervioso en las citas importantes. No cambies nunca.

Te quiero papá. Le pido a Dios que os dé mucha salud a mamá y a ti para que podamos disfrutaros mutuamente todos en nuestra familia. Gracias por vuestro ejemplo de superación, gracias por no rendiros ante las dificultades, gracias por enseñarnos a luchar y gracias por ayudarnos a mis hermanos y a mi a ser lo que hoy somos. Los grandes artificies de todo esto habéis sido vosotros y el Señor. Te quiero papá. Te quiero mamá. Os quiero familia.