SESIÓN 07 (1 ciclo)

SESIÓN 7 – TIEMPO ORDINARIO

  • OBJETIVOS
    • Aprender a hacer la señal de la cruz, la genuflexión y estar en silencio en la Iglesia.
    • Aprender la historia de Moisés y la Alianza que hizo con Dios, los X Mandamientos.

  • DESARROLLO

PRIMER MOMENTO

RUTINA

  • Antes de entrar en la Iglesia:
    • El grupo se pone en fila y en silencio.
  • En la Iglesia:
    • Cada niño al entrar hace la señal de la cruz.
    • Nos acercamos al altar por el pasillo central.
    • Hacemos la genuflexión mirando al sagrario.
    • Nos vamos al banco en silencio y nos sentamos.
    • El catequista recuerda fiesta de Todos los Santos que celebramos la pasada semana y le pedimos a Jesús que nos ayude a ser santos y buenos cada día.
    • Rezamos el Padre Nuestro con el grupo.
    • Nos levantamos y en fila hacemos la genuflexión delante del sagrario.
    • Salimos hacia fuera de la iglesia.
    • Antes de salir hacemos la señal de la cruz.

SEGUNDO MOMENTO

  • Cuento: Chocolate y felicidad.

Hace tanto tiempo que ya nadie se acuerda de que hubo una época en la que cada niño vivía con un duendecillo de la felicidad que lo acompañaba desde el día de su nacimiento. Los duendecillos se alimentaban de la alegría de los niños, y por eso eran expertos inventores de juguetes y magníficos artistas capaces de provocar las mejores sonrisas.

Con el paso de los años, los duendes mejoraron sus inventos y espectáculos, pero la alegría que conseguían era cada vez más breve. Por más que hicieran, los niños se volvían gruñones y exigentes cada vez más temprano. Todo les parecía poco y siempre querían más. Y ante la escasez de felicidad, los duendes comenzaron a pasar hambre.

Pero cuando pensaban que todo estaba perdido, apareció la pequeña Elsa. Elsa había sido una niña muy triste, pero de pronto se convirtió en las más poderosa fuente de alegría. Ella sola bastaba para alimentar cientos de duendes. Pero cuando quisieron felicitar a su duende, el pequeño Flop, no lo encontraron por ningún sitio. Por más que buscaron no hubo suerte, y cuando lo dieron por muerto, decidieron sustituirlo por Pin, el mejor duende de todos.

Pin descubrió enseguida que Elsa era diferente. Ella no disfrutaba mucho con los regalos y maravillas de su duende. Regalaba a otros niños la mayoría de juguetes que recibía de Pin, y nunca dejaba que su duende actuase solo para ella. Vamos, que parecía que su propia alegría le importaba mucho menos que la de los demás niños y a Pin le preocupaba que con esa actitud se pudiera ir gastando toda su energía.

Una noche, mientras Pin descansaba en su cama de duende, sintió algo extraño bajo el colchón, y al levantarlo descubrió la ropa de Flop, cubierta de chocolate dorado. Como todos los duendes, Pin conocía las leyendas sobre el chocolate dorado, pero pensaba que eran mentira. Ahora, viendo que podían ser ciertas, Pin corrió hacia la cama en que dormía Elsa y miró a través de sus ojos. ¡Allí estaba Flop, regordete de tanta felicidad! Pin sabía que desde dentro Flop no podía verle, pero volvió a su cama feliz por haber encontrado a su amigo, y por haber descubierto el secreto de la felicidad de Elsa: Flop la había convertido desde dentro en un duendecillo de la felicidad, y ahora que estaba tan ocupada haciendo felices a otros se había convertido en una niña verdaderamente feliz.

Los días siguientes Pin investigó cuanto pudo sobre el chocolate dorado para enseñar a los demás duendes cómo hacer el mismo viaje. Bastaba con elegir un niño triste, posarse en su mano mientras dormía, darle un fuerte abrazo, y desear ayudarlo con todas sus fuerzas.
Así fue como Pin se convirtió en un bombón dorado. Y a la mañana siguiente aquel niño triste se lo comió. Aunque sabía que no le dolería, pasó muchísimo miedo, al menos hasta que le tocó la lengua, porque a partir de ese momento sintió las cosquillas más salvajes y rió y rió y rió… hasta que estalló de risa. Y entonces apareció en el alma de aquel niño triste, dispuesto a convertirlo en un auténtico duendecillo de la felicidad ayudando a otros a ser más felices.

Los demás duendes no tardaron en imitar a Pin y a Flop, y pronto cada niño tuvo en su interior un duendecillo de la felicidad. El mismo que aún hoy nos habla todos los días para decirnos que para ser verdaderamente felices hay que olvidarse un poco de las propias diversiones y hacer algo más por los demás.

 

Comentario con los niños:

  • Comentamos con los niños las cosas que les hace estar tristes y alegres.
  • ¿Qué tenemos que hacer para estar alegres?
  • ¿Cómo nos puede ayudar Dios para que estemos siempre alegres?

TERCER MOMENTO

JOSÉ Y LOS ISRAELITAS EN EGIPTO

Contamos a los niños la historia de José, y cómo tenía el don de interpretar los sueños. Éstos le llevaron a ser gobernador de Egipto y allí se reconcilió con sus hermanos y volvió a ver a su padre. Todos se fueron a vivir a Egipto con José y allí fue donde creció el pueblo de Israel.

RELATO

José era uno de los hijos más pequeños de Jacob. Tenía muchos sueños y le gustaba contarlos. Un día les contó uno a sus hermanos: «Estábamos en el campo atando espigas. Las mías se mantenían derechas, mientras que las vuestras se inclinaban ante las mías».

Sus hermanos, pensando que José quería ser el jefe y mandarles, le tomaron manía.

Un día, Jacob mandó a José, que fuera a ver cómo estaban sus hermanos. Éstos, al verle, decidieron tirarle a un pozo. No querían que muriera y se lo vendieron como esclavo a unos mercaderes que pasaban por allí.

Los mercaderes llevaron a José a Egipto. Allí estuvo sirviendo a Putifar, jefe de la guardia del Faraón, el rey de Egipto. Mientras tanto, Jacob estaba muy triste, pues sus hijos le habían contado que a José se lo había comido una fiera.

Los hombres de la guardia del Faraón tenían envidia de José porque todo lo hacía bien y se inventaron cosas para poder acusarle y meterle en la cárcel.

Allí conoció a los encargados del vino y de los pasteles de palacio, de los que se hizo muy amigo. José les explicó el significado del sueño que habían tenido y acertó.

El Faraón tuvo un sueño en el que vio unas vacas y nadie sabía explicarle su significado. Cuando se enteraron los encargados del vino, fueron al Faracón y le dijeron que José sabía explicar los sueños. El Faraón mandó llamar a José, que le dijo: «Las siete vacas gordas quieren decir siete años de mucha comida, y las siete vacas flacas, significan siete años de hambre. Tienes que buscar a un hombre sabio que sepa guardar alimentos durante los años buenos, para cuando venga el tiempo de hambre». El Faraón de dijo: «Tú serás ese hombre, te nombro mi Ministro».

Cuando pasaron los siete años buenos y llegó la época del hambre, todo el mundo iba a Egipto a comprar trigo. También llegaron los hermanos de José, que no le reconocieron. Cuando José vio que se querían entre ellos y que habían cuidado de su padre, se echó a llorar y les abrazó diciendo: «Yo soy José, vuestro hermano. No os preocupéis porque no estoy enfadado con vosotros. Ha sido Dios quien ha querido que yo esté en Egipto para cuidaros».

Luego José les dijo: «Volved a Canaán y decidle a nuestro padre que estoy vivo y que se venga con vosotros. Yo cuidaré de todos». Regresaron los hermanos a Canaán y contaron a Jacob que José vivía. Jacob se puso muy contento.

Además Dios de dijo: «Haz lo que pide tu hijo José. En Egipto Yo te daré un gran pueblo y volverás a la Tierra Prometida».

Pasó el tiempo y llegó otro Faraón, que no había conocido a José. Como habían ido muchos israelitas a Egipto a por comida, el Faraón le dio miedo que fueran más numerosos y fuertes que ellos y los puso a trabajar como esclavos.

Además, mandó arrojar al río Nilo a los niños israelitas que nacieran.

COMENTARIO

  • ¿Qué cosas malas hicieron los hermanos de José?
  • ¿Cómo actuó José con sus hermanos?
  • ¿Cuál fue el sueño de José?
  • ¿Cómo se reconcilió José con sus hermanos?
  • ¿Cómo vivían los israelitas en Egipto? ¿Qué les ocurrió?

CUARTO MOMENTO

  • Rezamos juntos pidiendo a Dios por todas las personas que lo están pasando mal.
  • Damos gracias a Dios por todas las personas buenas que ayudan a los demás.
  • Juntos rezamos el Padre Nuestro.

 

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