PERDÓN (La Familia)

Motivación:

  • Amoris Laetitia (105-108)
  • ¿Qué es el perdón?
    • Si permitimos que un mal sentimiento penetre en nuestras entrañas, dejamos lugar a ese rencor que se añeja en el corazón.
    • El perdón significa «no tomar en cuenta el mal», «no llevar anotado», es decir, no ser rencoroso.
    • El perdón intenta comprender la debilidad ajena y trata de buscarle excusas a la otra persona, como Jesús en la cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
      • Pero la tendencia suele ser la de buscar más y más culpas, la de imaginar más y más maldad, la de suponer todo tipo de malas intenciones, y así el rencor va creciendo y se arraiga. El problema es que a veces se le da a todo la misma gravedad, con el riesgo de volverse crueles ante cualquier error ajeno. La justa reivindicación de los propios derechos, se convierte en una persistente y constante sed de venganza más que en una sana defensa de la propia dignidad.
  • ¿Cómo vivir el perdón?
  • Cuando hemos sido ofendidos o desilusionados, el perdón es posible y deseable, pero nadie dice que sea fácil.
  • La verdad es que «la comunión familiar puede ser conservada y perfeccionada sólo con un gran espíritu de sacrificio. Exige, en efecto, una pronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno a la comprensión, a la tolerancia, al perdón, a la reconciliación. Ninguna familia ignora que el egoísmo, el desacuerdo, las tensiones, los conflictos atacan con violencia y a veces hieren mortalmente la propia comunión: de aquí las múltiples y variadas formas de división en la vida familiar».
  • Para poder perdonar necesitamos pasar por la experiencia liberadora de comprendernos y perdonarnos a nosotros mismos. Tantas veces nuestros errores, o la mirada crítica de las personas que amamos, nos han llevado a perder el cariño hacia nosotros mismos. Eso hace que terminemos guardándonos de los otros, escapando del afecto, llenándonos de temores en las relaciones interpersonales. Entonces, poder culpar a otros se convierte en un falso alivio. Hace falta orar con la propia historia, aceptarse a sí mismo, saber convivir con las propias limitaciones, e incluso perdonarse, para poder tener esa misma actitud con los demás.
  • Pero esto supone la experiencia de ser perdonados por Dios, justificados gratuitamente y no por nuestros méritos. Fuimos alcanzados por un amor previo a toda obra nuestra, que siempre da una nueva oportunidad, promueve y estimula. Si aceptamos que el amor de Dios es incondicional, que el cariño del Padre no se debe comprar ni pagar, entonces podremos amar más allá de todo, perdonar a los demás aun cuando hayan sido injustos con nosotros. De otro modo, nuestra vida en familia dejará de ser un lugar de comprensión, acompañamiento y estímulo, y será un espacio de permanente tensión o de mutuo castigo.

LA ACTITUD DE PERDÓN EN EL HOMBRE

  • A cada participante se le dan cuatro papeles para hacer eslabones de la cadena. En cada eslabón se tienen que escribir sobre estos 4 ámbitos
    • ¿Qué hay en la vida que no podamos perdonar?
    • ¿Qué no nos perdonamos de nosotros?
    • ¿Qué no perdonamos del que tenemos al lado?
    • ¿En qué nos cuesta pedir perdón?
  • Los eslabones se grapan en una cadena a una persona y se explica que cuanto más tardamos en perdonar más cargamos a los demás y nos cargamos a nosotros mismos con el peso que nos da el rencor.
  • Historia: El saco de carbón.

Un día, Pedro entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto. Su padre, lo llamó. Pedro, lo siguió, diciendo en forma irritada:

– Papá, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Alberto no debió hacer lo que hizo conmigo. Por eso, le deseo todo el mal del mundo, ¡Tengo ganas de matarlo!

Su padre, un hombre simple, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al hijo quien continuaba diciendo:

– Imagínate que el estúpido de Alberto me humilló frente a mis amigos. ¡No acepto eso! Me gustaría que él se enfermara para que no pudiera ir más a la escuela.

El padre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa, de donde tomó un saco lleno de carbón el cual llevó hasta el final del jardín y le propuso:

– ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Alberto y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo. Después yo regreso para ver cómo quedó.

El niño lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones, pero como el tendedero estaba lejos, pocos de ellos acertaron la camisa.

Cuando, el padre regresó y le preguntó:

– Hijo ¿Qué tal te sientes?

– Cansado pero alegre. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa.

El padre tomó al niño de la mano y le dijo:

Ven conmigo quiero mostrarte algo.

Lo colocó frente a un espejo que le permite ver todo su cuerpo…. ¡Qué susto! Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el padre dijo:

– Hijo, como pudiste observar la camisa quedó un poco sucia pero no es comparable a lo sucio que quedaste tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros. Por más que queremos o podamos perturbar la vida de alguien con nuestros pensamientos, los residuos y la suciedad siempre queda en nosotros mismos.

  • Preguntas para la reflexión:
  1. Resumen del texto ¿Personajes? ¿Sentimientos? ¿Transformaciones de personajes o situaciones? Etc.
  2. Ideas principales.
  3. Situaciones en nuestra vida. ¿Hemos visto algo parecido? ¿Y qué sucedió?
  4. ¿Qué valores aparecen?
  5. A qué petición del Padre nuestro se puede estar refiriendo.
  6. ¿Cómo podemos nosotros llevarlo a cabo?
  • Reflexión

Ten mucho cuidado con tus pensamientos porque ellos se transforman en palabras.

Ten mucho cuidado con tus palabras porque ellas se transforman en acciones.

Ten mucho cuidado con tus acciones porque ellas se transforman en hábitos.

Ten mucho cuidado con tus hábitos porque ellos moldean tu carácter.

Y ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá tu destino.

LA ACTITUD EN DIOS

  • “Hasta setenta veces siete” (Mt 18, 22), son las palabras de Jesús a sus discípulos, enseñándoles cuáles son los límites del perdón. Siempre tenemos que perdonar, incluso a los que nos ofenden, y eso precisamente nos lo enseña Jesús desde la cruz. La enseñanza que Jesús nos da es con su propia vida, no sólo con la palabra, sino con el ejemplo.
  • El perdón y la misericordia (Mt 18, 21-22)

Acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». Jesús le ocntesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete»”.

  • La propuesta de Jesús es muy clara. Perdonar siempre.
  • Nuestro aval tiene que ser la misericordia. ¿Practicas la misericordia con el hermano?
  • Escuchamos la canción de Ixcis: “Me siento perdonado”.

  • Podemos comentar alguna frase o imagen de las que salen en el video y que nos hayan llamado la atención
  • Conclusión: Dios nos ama con locura y por eso perdona y olvida siempre.

MATERIALES

  • Papeles para eslabones de cadena.
  • Grapadora.
  • Animador.
  • Reproductor de música y altavoz.

 

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