Jesús nos ha enviado al Espíritu, que habita en nuestro corazón, para que podamos llamar Padre a Dios.
Para orar necesitamos que nuestra vida esté cerca de Dios.
DESARROLLO
PRIMER MOMENTO
Oración en la Capilla.
SEGUNDO MOMENTO
Dinámica: Saber escuchar.
Para poder orar a Dios es muy importante saber escuchar, es por eso que con esta dinámica queremos que los niños tomen conciencia de la importancia de saber escuchar y hacer silencio en el corazón.
Pedimos un voluntario al que fuera de la sala de reunión le decimos un secreto, que luego él tendrá que decir al resto del grupo.
Cuando entre en la sala sólo podrá decir de dos formas el mensaje:
Hablando en silencio, sólo moviendo los labios.
Con mímica.
Según se van adivinando los secretos vamos cambiando de voluntario.
Reflexión: Para escuchar lo que Dios nos dice tenemos que hacer silencio en nuestro interior, eso significa no pensar en nada y procurar que nuestra mente y nuestro pensamiento no se distraigan en nada.
Leemos y explicamos a los niños el tema 34 del Catecismo Jesús es el Señor (páginas 100 y 101).
Ideas:
Al igual que vivimos porque respiramos, nuestra fe vive porque rezamos.
Orar es rezar con palabras o en silencio, escuchando o leyendo el Evangelio.
Jesús oraba y enseñó también a sus discípulos, con el Padre Nuestro.
El Padre Nuestro es la oración más importante para la Iglesia.
Los Santos también nos enseñan a orar porque son también maestros de oración.
Es muy bueno rezar: a solas, con la naturaleza, en familia…
Hay personas que dedican toda su vida a rezar: las monjas y monjes que viven en los monasterios.
Podemos rezar de muchas formas: en silencio, cantando, con gestos… pero lo más importante es rezar con el corazón.
Tenemos que rezar a Dios todos los días para darle gracias y pedirle perdón.
Cuando nos dejamos guiar por el Espíritu Santo todo lo que hacemos se convierte en oración.
Repasamos las oraciones del cristiano (páginas 153-157).