Dios Padre, que nos ha creado, nos ha llamado a la Vida eterna. Una vida para siempre.
Dios es fiel y nosotros confiamos en su promesa de participar en la Vida eterna.
DESARROLLO
PRIMER MOMENTO
Oración en la Capilla.
SEGUNDO MOMENTO
Preguntamos a los niños si alguna vez les han hecho una promesa o ellos mismos la han realizado.
¿Qué es una promesa? Es el esfuerzo que hace una persona por cumplir bien con sus obligaciones y también la voluntad de una persona por cumplir lo prometido a otras personas.
Leemos y explicamos a los niños el tema 42: “Somos herederos de una gran promesa” (Catecismo Jesús es el Señor pg 128 y 129).
Ideas:
A pesar del sufrimiento, dolor, guerras… que hay en el mundo, Dios quiere que lo transformemos en un mundo nuevo.
En este mundo nuevo no habrá ni hambre, ni sed, ni dolor… todo será transformado.
Este mundo ha comenzado a transformarse desde que nos bautizamos, porque nos hemos unido a Jesús, y con la ayuda de Espíritu Santo, caminamos.
Por la Resurrección de Jesús los cristianos creemos en la Vida Eterna, porque seremos felices con Jesús para siempre.
Creemos que cuando muramos veremos a Dios cara a cara y entraremos en ese mundo nuevo.
Colaboramos con Dios con nuestro trabajo y esfuerzo en la obra de la Creación.
Esta promesa la empezamos a cumplir con la Eucaristía, porque es un anticipo de la Vida Eterna.
Juego – Actividad:
Haremos con los niños la dinámica de transformar el mundo, para eso con mímica presentaremos 3 situaciones donde los niños tienen que mejorar el mundo y las relaciones entre personas.
Ayudar a una persona que se ha caído y no puede caminar.
Separar a dos niños que se están peleando.
Compartir nuestro desayuno en el recreo o nuestra merienda con una persona que está pasando hambre.
Reflexión: En estos detalles es donde nosotros cambiamos y transformamos el mundo, desde lo pequeño, desde lo sencillo. Así es como poco a poco vamos también “ganándonos” el cielo.
Que los niños cuenten experiencias donde han ayudado, compartido, y transformado el mundo en el que viven.
“El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene Vida eterna” (Jn 6, 54).
La Eucaristía es el alimento de la Vida Eterna. Explicamos a los niños que al comulgar recibimos a Jesús y es cuando más unidos estamos a Dios. Recibir a Jesús es el mayor de los regalos que tenemos los cristianos.